Reclamos insólitos: una cuenta muy alta…

“Última entrega” de los reclamos insólitos, uno no sabe con qué puede encontrarse en las oficinas de Defensa del Consumidor…

“Hace dos años -recuerda González- una mujer reclamó porque su factura de teléfono tenía un detalle de llamadas internacionales por un importe exorbitante. Por supuesto, la mujer negó la posibilidad de haber realizado esas llamadas. Y, luego de una investigación, la empresa telefónica le informó que se trataba de conexiones telefónicas a sitios de Internet del Reino Unido y Africa, realizadas durante la madrugada.”

A los dos días, la mujer se comunicó con la asociación y, avergonzada, dijo que quien realizaba esas llamadas era su marido, que se conectaba a páginas web restringidas.

La asociación que dirige González también recibió en su sede a un matrimonio que se acercó para reclamar porque les había llegado el resumen de la tarjeta de crédito con un importe de 2800 pesos por compras que se habían realizado en tiendas de ropa. Ambos aseguraban que no habían hecho esas compras y pedían que se anulara ese consumo.

“Ante la denuncia, el banco confirmó que poseía los vouchers de las compras con la firma del titular de la tarjeta. El marido, sumamente enojado, tenía la intención de iniciar acciones legales contra la entidad. Pero, a la semana siguiente vino la mujer sola a la asociación para pedir que se retirara el reclamo, porque era ella quien había realizado las compras y no sabía cómo decírselo al marido”, recuerda González.

Sin duda, el reclamo más curioso en el ámbito de las relaciones familiares fue protagonizado por una persona que, como tenía un vínculo muy tortuoso con su padre, decidió irse de la casa. Al mudarse, pidió el traslado de la línea telefónica, que figuraba a su nombre, a su nuevo domicilio.

Aunque le trasladaron el servicio, las facturas seguían llegando al domicilio de su padre, que llamaba por teléfono a su hijo y le hacía escuchar cómo le prendía fuego a la boleta telefónica. Como consecuencia, la empresa le cortó el servicio por falta de pago. El “pobre hijo” alegó que su padre estaba insano y que, por ello, no iba a abonar esas facturas. Ese reclamo no prosperó.