“Más aún cuando fue obligación el cobro de haberes por ese medio, como sucedió con el Plan Sueldo, que terminó por volver habitual el uso de este método”, agregó.
Iezzi destacó que, a su criterio, las formas más usuales a nivel estafas en cajeros automáticos son las siguientes:
“Ahí es cuando los delincuentes ingresan al cajero y le dicen al damnificado que para recuperar la tarjeta deben digitar tres veces su clave personal (PIN) y, por último, pulsar la tecla Cancelar”, sostuvo el letrado. “Es usual que el cliente haga caso al consejo, lo que permite que el recién ingresado pueda memorizar el PIN del cliente. Dado que retirar la tarjeta se hace imposible, el cliente decide irse y es en ese momento cuando el delincuente extrae la misma a través del pescador para luego dirigirse a otro cajero y, en virtud de que cuenta con la clave, operar la cuenta del cliente afectado como si fuera suya”, completó.
Modalidad “Skimme”: Esta modalidad apunta a la captura del registro de bandas magnéticas y claves personales sin necesidad de que el delincuente entre en contacto con el cliente. Para ello se utilizan abrepuertas falsos y cámaras ocultas, que obtienen la información de la banda de la tarjeta, falsas lectoras de tarjetas que graba los datos de la banda magnética mientras el delincuente, ubicado en un cajero lindante, memoriza el PIN del usuario, y frentes de cajeros adulterados, que simulan ser una terminal convencional pero no funcionan y, una vez operado, se queda con los datos de cuenta del cliente.
Modalidad “Trampa dispensadora de dinero”: Consiste en la obstrucción de la ventana de retiro del dinero. El delincuente coloca un trozo de cartón que simula ser la ventana y bloquea la salida de dinero. El usuario cree que el cajero le canceló la operación y abandona el cajero. Luego, aparece el delincuente, quita la traba y culmina por hacerse con el dinero.